Dopamina, interacción cara a cara y el arte perdido del juego en el mundo real.
El cambio digital en la infancia
Desde la llegada de los smartphones, Internet y las redes sociales, la infancia ha cambiado. Los millennials crecieron montando en bicicleta, llamando a las puertas de los demás y quedándose fuera hasta que se encendían las farolas. La Generación Z -especialmente la Generación Alfa- nació en un mundo conectado con oportunidades digitales exponencialmente crecientes. Pero resulta que más conexiones no siempre son mejores.
Como han demostrado el psicólogo Jonathan Haidt y otros expertos, el aumento del tiempo frente a la pantalla y del uso de las redes sociales se correlaciona con un incremento espectacular de la ansiedad, la depresión, la fragmentación de la atención e incluso las autolesiones entre los jóvenes. ¿Y los más vulnerables? Los niños, cuyos cerebros e identidades aún se están desarrollando.
🧠 ¿Lo sabías? El cerebro humano se considera «completamente desarrollado» a los 25 años, pero sigue siendo adaptable (neuroplasticidad).
El coste de la conexión constante
PEW Research descubrió que casi la mitad de los adolescentes estadounidenses de entre 13 y 17 años afirmaban estar conectados a Internet de forma constante¹. Esto tiene un impacto enorme en el sueño, la actividad física, la creatividad, las tareas escolares y, sobre todo, en la interacción cara a cara. Lo que se ha perdido es la práctica en el mundo real: jugar con otros, resolver conflictos, ganar confianza, trepar árboles, fracasar y volver a intentarlo.
Algunos sostienen que los padres e incluso la sociedad se equivocan. Hemos sobreprotegido a los niños en el mundo real y los hemos desprotegido en Internet.
Por qué el mundo digital puede ser tan atractivo
Nuestros cerebros se sienten atraídos por las redes sociales como los jugadores por un casino o las polillas por una llama. La explicación está en nuestra biología. Las redes sociales y las aplicaciones son máquinas de dopamina que activan los sistemas de recompensa del cerebro, diseñados originalmente para la supervivencia. Cada notificación, "like" o desplazamiento genera un pico de dopamina². Nos hace sentir bien, y eso lo vuelve adictivo. Pero que algo se sienta bien no significa que sea bueno, especialmente para un cerebro en desarrollo.
“Los bucles de retroalimentación a corto plazo, impulsados por la dopamina, que hemos creado están destruyendo cómo funciona la sociedad... Hemos creado herramientas que están destrozando el tejido social de cómo funciona la sociedad. [...] Solo Dios sabe lo que le están haciendo al cerebro de nuestros hijos.”
– Chamath Palihapitiya, 2017, exvicepresidente de Crecimiento de Usuarios en Facebook³
Fragmentación de la atención y pérdida de sueño
Cuando se lanzó la App Store, las empresas empezaron a competir por una cosa: la atención. Las plataformas de las redes sociales se diseñaron para ser irresistibles, no para los adultos, sino para todo el mundo. Los niños no tienen ninguna oportunidad.
Haidt describe un fenómeno que va en aumento: la fragmentación de la atención, es decir, la incapacidad de mantenerse concentrado en una sola tarea durante un periodo prolongado. Afecta al rendimiento escolar, la regulación emocional y la seguridad física. Seamos sinceros; puede que algunos padres sientan incluso el impulso de cancelar este artículo por falta de concentración. Y luego está el sueño.
Como escribe Haidt:
"Los adolescentes que no duermen lo suficiente tienen más dificultad para concentrarse, mantener la atención y recordar cosas, en comparación con quienes descansan bien. Esto afecta su aprendizaje y sus notas; además, disminuyen sus tiempos de reacción, su capacidad para tomar decisiones y sus habilidades motoras, lo que aumenta el riesgo de sufrir accidentes."
Incluso el CEO de Netflix dijo una vez que su mayor competidor es el sueño⁴.
Por qué la interacción cara a cara sigue siendo importante
La interacción en línea no tiene fricciones: entras y sales con un simple deslizamiento.
¿Pero la conexión real? Esa se construye a través de la conversación cara a cara: leyendo el lenguaje corporal, compartiendo risas, manejando conflictos y aprendiendo empatía.
El juego libre y la interacción en el mundo real no son un lujo. Son la versión natural del simulador de vuelo: preparan a los niños para los desafíos sociales, emocionales y cognitivos de la adultez. Como señala Haidt:
"Los smartphones captan nuestra atención de tal manera que, si simplemente vibran en nuestros bolsillos, muchos de nosotros interrumpiremos las conversaciones cara a cara... La otra persona concluye razonablemente que es menos importante que la notificación."
Los estudios muestran que los jóvenes pasan tiempo con amigos mucho menos que las generaciones anteriores. El resultado es la privación social: menos relaciones profundas, más soledad y una pérdida del sentido de pertenencia. Por eso, debemos plantear la difícil pregunta que formula Haidt:
¿Podría la infancia basada en móviles alterar la compleja interacción del desarrollo biológico, psicológico y cultural?
Bibliografía
Haidt, Jonathan. The Anxious Generation: How the Great Rewiring of Childhood Is Causing an Epidemic of Mental Illness. New York: Penguin Press, 2024.
https://www.theguardian.com/technology/2017/apr/18/netflix-competitor-sleep-uber-facebook.
Lembke, Anna. Dopamine Nation: Finding Balance in the Age of Indulgence. New York: Dutton, 2021.
Pew Research Center. Teens, Social Media and Technology 2024. December 12, 2024.
https://www.pewresearch.org/internet/2024/12/12/teens-social-media-and-technology-2024/.
Wong, Julia Carrie. "Facebook Former Executive: Social Media Is Ripping Society Apart." The Guardian, December 11, 2017.
https://www.theguardian.com/technology/2017/dec/11/facebook-former-executive-ripping-society-apart.